Ponete a pensar por qué te gusta el agua, como corre y como limpia. Estás sucio, lleno de impurezas y apenas te metés debajo de la ducha te purificás. Y entre cada gota que cae, vas sientiéndote un poco menos el y un poco más vos. Desperdicios en la rejilla del baño, y te vas olvidando de ella. Pero al día siguiente, te volverás a ensuciar y te encanta.
Sólo salva un baño al final.
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