De felicidad no te hablo:
lo que yo quiero es el vértigo.
el goce inquieto y amargo,
el avivador despecho,
el amor que crece odiando.
El alma, al saber cerrada,
a otras emociones abro;
cuanto el hombre goza y sufre
quiero sufrirlo y gozarlo.
Sentir quiero en mis entrañas
todo lo bueno y lo malo,
y en la esencia de la vida
convertirlo y apropiármelo,
¡Venturoso yo si toda
la Humanidad en mí abarco,
y al fin y al postre, como ella,
choco, reviento y estallo!
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