Ven que oscureció, se detuvo el destino en la habitación. Quizás perdí mi ser, la violencia del aire quebrantó su piel. Y en secreto se inundaba el bosque, donde vimos crecer aquella flor. Te besé y me rogaste que te amara, ruégame otra vez, otra vez. Aquí velaste al sol, siendo el resto de tu alma mi redención, presencié un eclipse en ti, es eterno el desierto que sonríe el fin. Y en secreto
se inundaba el bosque, donde vimos crecer aquella flor; te besé y me rogaste que te amara, ruégame otra vez, ruégame. Toque la soledad, en su vientre anhelando no despertar, volar bajo la piel, se adormecen tus manos al palpar mi sed. Tantas sombras en mi alma, tantas noches que me abrazan, óyeme que el cielo sangra, y de su sangre creo darte. Y esta noche quiero verte, aunque sea dentro mío, creo que aún recuerdas, que fui yo quien dijo basta. Basta de atarme al trueno, basta de quemar tus sueños, ya no quedan más tormentas, tu deseo es mi deseo. Y al reir sangras la esencia, que deshace a mi lamento, recuerda que nadie espera, odio en tus ojos princesa. Y en secreto se inundaba el bosque, donde vimos crecer aquella flor. Te besé y me rogaste que te amara, ruégame otra vez, otra vez...
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